El conflicto interno que vivió el país ha creado testimonios de diferentes bandos sean de ronderos, militares, policías, estudiantes, civiles y de los terroristas así como de sus familiares. Varios han sido descritos en reportajes, entrevistas, procesos judiciales y libros literarios como testimoniales. Es importante para la historia del país tener en cuenta estos relatos ya que nos brinda la oportunidad de conocer el nivel de violencia que ha vivido el país en los ochentas y principio de los años noventa. Es así que todo lo que se escriba al respecto debe ser valorado y tomado en cuenta. No obstante, cuando se usa el género literario la dimensión que se le puede dar es algo diferente ya que en ella está implicada el uso de la imaginación donde el autor tiene la libertad de escenificar su vivencia con los fines que crea conveniente para hacer más literaria su historia. De tal manera el uso de la violencia real vivida es sólo una justificación para crear la dinámica de lo que nos va a narrar. 

En el libro Desde el Valle de las Esmeraldas, su autor nos cuenta lo vivido por el subteniente Leoncio Goicochea al ser destacado a una zona de emergencia: el primer encuentro con los estragos de la violencia en donde deja de ser una palabra y se transforma en imágenes cruentas y cómo esta afecta a la vida de sus colegas de batalla. En sí, el libro recorre mediante el testimonio de su protagonista el desempeño como soldado y la rutina que le acompaña. Lo más destacado lo podemos encontrar en la descripción de los enfrentamientos, hallamos intensidad y se crea una tensión que merecería unos párrafos más, la efectividad en la creación de climas bélicos se diluye por ser muy cortos porque esta desaparece casi al instante. El incidente de la patrulla del Teniente Valderrama contra las huestes senderistas dan mayor fe a lo que estoy exponiendo.

Considero que el libro sería más fiel a su narrativa usando el estilo de la bitácora, en que si bien el subteniente nos dice que escribe una vemos que la forma en que transcurre el libro es como si este lo fuera también. Lo digo porque no hallamos un conflicto emocional en su personaje, los hechos están relatados descriptivamente al que no le encontramos un efecto interno que conlleve a un cambio en sus emociones. Podríamos decir que es la historia de un soldado “normal” que no ve más allá del arma que tiene delante porque tampoco encontramos ni una descripción de la naturaleza a pesar de estar en medio de ella. El texto es tan limpio, tan políticamente correcto donde los personajes son casi héroes de lámina Huascarán, no hallamos consecuencias de la violencia que desatan más allá de algunos atormentados de los que se cuenta poco o nada de lo que les llevo a estar así. No encontramos casi ninguna figura literaria, el lenguaje es descriptivo sin altibajos.

Lo sorprendente es el personaje que aparece entre capítulo y capítulo como el aparente antagonista, en esas pocas hojas encontramos una novela, todo lo que no hallamos en las otras páginas está en esas hojas donde sí creemos que el autor se lució, el conflicto emocional descrito así como la reflexión merecieron más extensión.  Dicho personaje parecer ser una justificación por darle un argumento al libro ya que sin este detalle casi solo sería una descripción de anécdotas bélicas.

El libro es entretenido, se deja leer fácil aunque carece la interioridad que a veces se busca en relatos como este. Hay referentes como Combatieron por la Patria de Mijail Shólojov que dan fe de esto y también fue comentada en esta página.

Nota aparte es la carátula a la segunda edición, casi se pierde el nombre del autor como de la obra en la imagen que utiliza como fondo, debieron de conservar el de la primera edición.